EMBUSTERO
Por: Martha Cecilia Rivera
Preguntó si vi el conejo y señaló algo con su brazo extendido. No, no lo ví. Agucé mis ojos pero no logré ni encontrarlo ni inventarlo, de modo que no hubo orejas puntiagudas ni hocico, ni siquiera una mota de algodón en lugar de la cola. Silenciosa, el agua del gran lago se acercó, se alejó y se quedó, todo al mismo tiempo, porque ésa es precisamente su virtud y su tragedia, la de no poder quedarse quieta y sin embargo carecer de libertad en sus movimientos. No está en un mar, no fluye. No forma parte de un río tampoco, no navega. Se mueve sin moverse, igual que el amor con este hombre, hecho tan solo de sexo, aunque no lo hacemos ahora más y en cambio nos dedicamos a pasear de noche en la playa para hablar de cosas tontas. Lo miré sin que él se diera cuenta y descubrí que su rostro es ingenuo. Preguntó enseguida si vi la bandera. No, mucho menos. Hay quien cree que el ser humano no la plantó nunca, y que su imagen carente de ondas fue tan sólo un truco creado por un director de cine extranjero. Miré mi reloj y pronostiqué en silencio, con desconsuelo, que esta noche no haríamos el amor tampoco, ya no habría tiempo. Me llené de irritación pero él no se dio cuenta y se puso a hablar del queso. Dijo que hoy en día luce algo deforme, y menos denso, por los agujeros que causaron los marcianos al morderlo. Solté una carcajada. Sin darme ni cuenta, el sonido de mi propia risa distrajo mi deseo. Durante un momento olvidé que lo único importante de él era su cuerpo y mi pasión sedienta se apaciguó un poco. Lo besé sin prisa, por primera vez desde que lo conozco con ternura, una ternura recién nacida por este amante incumplido que insiste en enamorarme inventándose conejos, banderas y marcianos en la luna.
Chicago, Octubre 2012
Martha Cecilia Rivera©2012
TRICKSTER
He asked if I saw the rabbit and pointed towards something that was somewhere high up. I did not see it. I strained my eyes but I could not find, nor imagine, a pair of pointy ears or a nose. Not even a cotton puff in the place of the tail. Silently, the great lake water approached, went away and also stayed close, all at the same time. That is precisely this water’s virtue and tragedy, being unable to sit still and yet lack of freedom for its movements. It is not within an ocean, so it does not flow. It does not form part of a river, so it does not surf either. The water moves without advancing, just like love for this man, a love made only of sex. Although, he and I do not have much sex anymore. We are now devoted to evening walks on the beach, and just talking about silly things instead. I looked at him without him noticing it, and discovered that his face was naive. He immediately asked if I saw the flag. However, I did not see it either. Some people believe that the human race did not ever plant it, and that its lacking-waves image was only a trick created by a director of international films. I looked at my watch and silently predicted, full of sorrow, that we would not have sex that evening either. Simply, there would be no time to do it. I felt filled with annoyance, but he did not realize it. Next thing I knew, he began talking about the cheese. He said that, nowadays, it looks a little deformed and had reduced density, because of the holes caused by the Martians’ bites. I laughed all loud. Without me realizing it, the sound of my own laughter distracted my desire. For a moment, I forgot that the only important thing about him was to enjoy his body, and my thirsty passion nearly subsided. Then, I kissed him slowly, and filled with tenderness for the first time ever since we met. That was a newly acquired feeling towards this failing lover, who still wants to make me fall in love with him by making up rabbits, flags and Martians on the
moon.
Martha Cecilia Rivera, Chicago, September 2012
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Mi obsesión es el profundo sufrimiento cotidiano del hombre contemporáneo. Algo de esas formas de sufrimiento es creado por nosotros mismos, y algo por terceros, pero lo que es realmente grave es que nos habituamos a él, y lo toleramos a lo largo de toda la vida sin darnos cuenta, mientras nos corroe por dentro y determina nuestra vida. Me refiero al miedo por el terrorismo y la percepción de que vivimos en un mundo inseguro. Me refiero también a la soledad y al miedo de vencerla. A la dependencia de las deudas y al miedo a no obtenerlas o a no poder cumplir con ellas. En el fondo, me refiero al miedo. Esa es mi obsesión, a eso es a lo que canto en mis poemas y reflejo en mis historias.
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—¿Me quieres?
¬—Sí, por lo pronto.